He aquí que viene el tiempo de soltar palomas
en mitad de las plazas con estatua.
Van a dar nuestra hora. De un momento
a otro, sonarán campanas.
Mirad los tiernos nudos de los árboles
exhalarse visibles en la luz
recién inaugurada. Cintas leves
de nube en nube cuelgan. Y guirnaldas
sobre el pecho del cielo, palpitando,
son como el aire de la voz. Palabras
van a decirse ya. Oíd. Se escucha
rumor de pasos y batir de alas.
LOCA
te enfurece-color
de ginebra mala son
tus ojos unas bichas.
Yo sé que vas a romper
en insultos y en lágrimas
histéricas. En la cama,
luego, te calmaré
con besos que me da pena
dártelos.Y al dormir
te apretarás contra mí
como una perra enferma.
LA VIDA A VECES
La vida a veces es
tan breve
y tan completa que
un minuto
– cuando me dejo y
tú te dejas –
va más aprisa y dura
mucho.
La vida a veces es
más rica.
Y nos convida a los
dos juntos
a su palacio, entre
semana,
o los domingos a dar
tumbos.
La vida entonces, ya
se cuenta
por unidades de amor
tuyo,
tan diminutas que se
olvidan
en lo feliz, en lo
confuso.
La vida a veces es
muy poco
y tan intensa -si es
tu gusto-
Hasta el dolor que
tú me haces
da otro sentido a
ser del mundo.
La vida; luego, ya
es nosotros
hasta el extremo más
inmundo.
Porque quererse es
un castigo
y es un abismo vivir
juntos.
Media España ocupaba España entera
con la vulgaridad, con el desprecio
total de que es capaz, frente al vencido,
un intratable pueblo de cabreros.
Barcelona y Madrid eran algo humillado.
Como una casa sucia, donde la gente es vieja,
la ciudad parecía más oscura
y los Metros olían a miseria.
Con la luz de atardecer, sobresaltada y triste,
se salía a las calles de un invierno
poblado de infelices gabardinas
a la deriva bajo el viento.
Y pasaban figuras mal vestidas
de mujeres, cruzando como sombras,
solitarias mujeres adiestradas
—viudas, hijas o esposas—
en los modos peores de ganar la vida
y suplir a sus hombres. Por la noche,
las más hermosas sonreían
a los más insolentes de los vencedores.